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Columnas de opinión

Exoneraciones tributarias: siempre hay lugar para una más

28. 06. 2011

SNI pide al Gobierno observar leyes que exoneran del IGV. Ningún sector debe tener un tratamiento diferenciado, señala el gremio industrial. Dice que las exoneraciones no dieron resultados. (Gestión 24/06/2011)

La noticia que comentamos hoy (ver) muestra a la vez cuánto hemos avanzado en el Perú y cuántos errores graves aún cometemos. Por un lado, que el Presidente de la Sociedad Nacional de Industrias pida que no se de tratamiento preferencial a ningún sector o región y que sustente este reclamo en las malas experiencias que siempre se han tenido con estos tratamientos diferenciados en el pasado nos señala el avance logrado en cuanto al desarrollo de un sector productivo moderno y eficiente, preparado para competir en igualdad de condiciones en un mundo globalizado. Por otro lado, nos muestra lo pobre que aún es el proceso de toma de decisiones en el Congreso y como aprovechándose de esta debilidad grupos organizados pueden aún obtener prebendas y ventajas a costa de todos los demás peruanos.

En efecto, los recientes y muy caros regalitos de despedida de nuestro Congreso saliente incluyen la extensión de las absurdas exoneraciones tributarias a la Amazonía, a pesar de que es sabido (CD 12/01/2011) que lo único que han logrado es enriquecer a algunos pocos comerciantes y fomentar el contrabando interno y la evasión de impuestos. Sin molestarse en pasar por el presupuesto público ni por ninguna evaluación de impacto, el Congreso ha decidido regalar un estimado de 5,700 millones de soles a un pequeño grupo de personas y empresas, mientras que los pobladores de la región siguen sufriendo la ausencia de la infraestructura básica que se podría construir con los impuestos dejados de recaudar. ¿Puede un congresista realmente creerse el cuento de que las exoneraciones son la mejor manera de compensar a los pobladores de la región por el abandono del Estado y su falta de integración con el resto del país?
También se ha aprobado recientemente la Ley que exonera del IGV a las computadoras ensambladas (¿alguien se atrevería a decir producidas?) en el Perú, así como a las partes y componentes necesarios para su ensamblaje. La medida no tiene forma de ser justificada (CD 04/06/2011) excepto por el hecho de que no se exonera del IGV a la gran mayoría de las computadoras, que se importan, lo cual otorga un sustancioso margen de utilidad a un pequeño grupo de ensambladores locales, en perjuicio de todos los peruanos. El presidente de la SIN declaró que este es un camino que ya hemos recorrido, sin éxito, y que nos fue muy costoso. Como se puede observar en el gráfico, el IGV explica casi la mitad de la recaudación de la SUNAT y una vez que empiezan, las exoneraciones para sectores o regiones tienden a extenderse, erosionando la ya débil base tributaria.

Ni hablar de la extensión de los beneficios tributarios a la Zofratacna, otra medida populista políticamente fácil de aprobar pero que no puede sustentarse con ningún logro alcanzado (CD 31/08/2009), ciertamente ninguno que compense los tributos dejados de percibir y el incentivo al mal uso de recursos.
Lo que va a ser interesante es ver cómo el equipo económico del nuevo gobierno (sean quienes fueran) enfrentan el carnaval de beneficios especiales que se van a dar en el nuevo Congreso, visto el amplio apoyo que han dado los actuales congresistas nacionalistas a cuanta perforación tributaria se ha planteado con el cuento de que es para regiones o sectores “necesitados”. Si se aprueban estos beneficios, el impacto que tendrán sobre la recaudación tributaria tanto directamente como por la mayor facilidad de evasión que generan puede costar más de lo que se espera recaudar con los impuestos adicionales a la minería. Asimismo, estos son justamente el tipo de medidas que invitan a la corrupción pública contra la cual ha hecho campaña Gana Perú. En ese caso tendremos el peor de los mundos: menos actividad minera, con el costo sobre el empleo y la recaudación futura, sectores productivos más ineficientes, mayor corrupción y consumidores más pobres y peor atendidos, sin nada que mostrar a cambio en términos de mayores recursos fiscales. Por supuesto que otro resultado predecible sería que las empresas vuelvan a concentrar sus esfuerzos en obtener favores del gobierno en lugar de mejorar su competitividad y que los gremios pasen a ser liderados no por empresarios forjados en la lucha exitosa que reconvirtió nuestro aparato industrial en uno preparado competir eficientemente a nivel global sino por lobbystas bien conectados.
Sabedores de la importancia que por lo menos parte del entorno económico de Gana Perú le asigna a la disciplina fiscal -cosa que aplaudimos- les deseamos suerte en la lucha del nuevo gobierno por conciliar las presiones de grupos interesados y de tentaciones heterodoxas con los sanos pedidos de orden fiscal.