Skip to content
Prensa

IIRSA, el manual de una integración bajo sospecha

18. 02. 2017

18 de febrero del 2017
El Comercio
 
Tras bambalinas La IIRSA, que nació como un proyecto integrador en Brasil en el 2000, promovió la expansión de empresas hoy en el ojo de la tormenta por corrupción a gran escala.

Actualmente asociadas al pago de sobornos y denuncias por corrupción, las siglas IIRSA tienen un trasfondo poco conocido y una larga historia. Esa abreviación, con la que se conoce a la carretera Interoceánica, fue formulada a inicios de este siglo. Allá por el año 2000, la Iniciativa para Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA) proponía la implementación de un plan continental para unir la infraestructura de los países sudamericanos.

La IIRSA Sur, al igual que otros grandes proyectos ejecutados en el Perú desde inicios de esa década, formaba parte de una estrategia que fomentaba la unión física de Sudamérica en los rubros de transporte, comunicaciones y energía. Pese a las críticas iniciales (y actuales) sobre su conveniencia, necesidad y rentabilidad social, varios proyectos de la iniciativa IIRSA han logrado abrirse paso, muchas veces con el uso de gruesas sumas de recursos públicos.

–El origen–

El inicio de la IIRSA se remonta a la I Cumbre de Presidentes de América del Sur, realizada en agosto del 2000 en la ciudad de Brasilia por invitación del entonces presidente Fernando Henrique Cardoso, al conmemorarse los 500 años del descubrimiento de Brasil. En aquella reunión, los mandatarios sudamericanos acordaron impulsar la integración política, social y económica para incrementar la competitividad de la región. La iniciativa fue suscrita por los presidentes de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Surinam, Uruguay, Venezuela y el Perú, en aquella época gobernado por Alberto Fujimori.

Los firmantes se comprometieron a desarrollar un plan de acción que comprendería los 10 años siguientes y contaría con el apoyo técnico y financiero de organismos como la Corporación Andina de Fomento (CAF), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Financiero para el Desarrollo de la Cuenca del Plata (Fonplata). La iniciativa fue aprobada por los ministros de Transportes, Comunicaciones y Energía de cada país en una cumbre realizada en diciembre de ese mismo año.

Luego de la firma, se inició una etapa de estructuración de un nuevo marco organizativo e institucional para los años siguientes. Este proceso incluía el delineamiento de los ejes de integración y desarrollo territorial (EID). Los espacios geográficos comprendían territorios de varios países y fueron identificados en función del flujo comercial ya existente o potencial. De esta manera se establecieron 10 ejes en la región (ver recuadro).

La iniciativa IIRSA implicaba también la adopción de procesos para solucionar los obstáculos regulatorios y legales a nivel sectorial que impidieran la conformación de estos ejes. Los principales rubros por armonizar incluían el transporte aéreo y multimodal, así como la facilitación de pasos de frontera.

Posteriormente, con la conformación de la Unión Sudamericana de Naciones (Unasur) en el 2009, la IIRSA sería incorporada como un foro técnico dentro del Consejo Sudamericano de Infraestructura y Planeamiento (Cosiplan), entidad encargada de la planificación e inversiones en dicho rubro.

–La influencia brasileña–

El plan en sí, al igual que otros bloques que fomentan la integración regional, tiene como protagonistas a las dos economías más grandes de la región: Brasil y Argentina. El primero concentra el 43% del valor de la cartera de proyectos desde la creación de la IIRSA (US$191.420 millones). Gran parte de las carreteras, centrales hidroeléctricas y transporte fluvial del plan conecta a este país con el resto del continente.

Roberto Abusada, presidente del Instituto Peruano de Economía (IPE), explica que la IIRSA, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y la diplomacia brasileña fueron los brazos utilizados por el Partido de los Trabajadores (PT), bajo los gobiernos de Lula y Rousseff, para impulsar “un populismo corporativista y un proceso de hegemonía” de corte económico y político en la región.

A partir del primero se buscaba beneficiar –mediante un financiamiento público a tasas bajas– la expansión de las grandes empresas brasileñas fuera de sus fronteras. Esta política estaba enfocada principalmente en las ‘campeonas nacionales’, empresas que tenían el potencial de competir a nivel global. Entre estas se encontraban las cuatro constructoras que actualmente afrontan investigaciones por sobornos en obras realizadas en el Perú y el resto del continente: Odebrecht, OAS, Camargo Correa y Queiroz Galvao, todas involucradas en el caso Lava Jato.

“La iniciativa IIRSA buscaba una mayor influencia del Brasil en la región y su gobierno utilizaba mecanismos de corrupción para mantenerse en el poder. Mediante la sobrevaloración de obras se les permitía extraer recursos del tesoro público y de las empresas estatales para el financiamiento del PT y sus partidos afines. El Estado se prestaba dinero a una tasa de 13% y se la daba a 5% a las ‘campeonas brasileñas’. Así, cualquiera se expande”, concluye Abusada.

Muchos años después, lo que en realidad integró a varios de los países adscritos a esta iniciativa fue una larga serie de denuncias por casos de corrupción, que aún se investigan.

 

[pdf-embedder url=”http://www.ipe.org.pe/portal/wp-content/uploads/2018/02/2017-02-18-IIRSA-el-manual-de-una-integración-bajo-sospecha.pdf” title=”2017-02-18 – IIRSA el manual de una integración bajo sospecha”]