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Columnas de opinión

Cómo malgastar los recursos del Estado y no decirlo

2. 05. 2011

Confiep: Es peligroso el embalse de precios de los combustibles (Gestión 29/04/2011) Alan García: Sería una «barbaridad» sincerar los precios de los combustibles (Gestión 02/05/2011)

El Gobierno anunció el jueves pasado que el ajuste de los precios de los combustibles quedaba suspendido hasta después de la segunda vuelta electoral, medida plasmada en el DU 017-2011. La Confiep expresó su preocupación por esta medida y la prensa de hoy recoge las opiniones del Presidente García en el sentido de que permitir que los precios internos de los combustibles reflejen su costo internacional sería una «barbaridad».

Como hemos mencionado antes (CD 28/03/2011), buscar estabilizar los precios de los combustibles es un objetivo político común y puede tener sentido económico, dependiendo de cómo se haga. El actual Fondo de Estabilización del Precios de los Combustibles (FEPC) es un mecanismo muy peligroso porque el Estado asume el riesgo de que la estabilización de precios le cueste mucho dinero o le genere ganancias. Si se tiene suerte, subidas transitorias de precios pueden compensar las caídas eventuales, pero no hay ninguna seguridad de ello. Pero el riesgo (y la deuda) que el Estado puede acabar asumiendo no tiene, en principio, ningún límite. Si el precio internacional de los combustibles sigue subiendo las pérdidas se siguen acumulando. Y si se congelan los ajustes de precio, como se ha hecho, las pérdidas pueden tornarse enormes muy rápidamente (ver cuadro).

Estimamos que con los actuales precios del petróleo el costo generado por el FEPC aumenta a un ritmo de S/. 100 millones semanales (S/. 5200 millones al año). Esto se compara con un presupuesto anual de 613 millones de soles para el programa Juntos, el más exitoso programa de apoyo social. ¿Así queremos usar los recursos del Estado?
Si bien en el IPE apreciamos que el gobierno nos ahorre dinero en combustibles, consideramos que es una forma inequitativa de utilizar los recursos fiscales porque el grueso de estos subsidios acaban en manos de personas de clase media y alta que son los que más consumen. Como se puede ver en el cuadro adjunto, el mayor subsidio corresponde a la gasolina de 97 octanos, que no es precisamente un componente de la canasta de consumo básico. Todos quisiéramos que los precios no suban, pero todos sabemos que los precios en un mercado libre se mueven, a veces para arriba y a veces para abajo. Si el gobierno considera que es valioso estabilizar precios, debe determinar cuánto vale hacerlo. Se tiene que fijar un presupuesto, porque no es razonable que el Estado asuma deudas ilimitadas para un objetivo político.

En nuestro anterior comentarios diario sobre el tema (ver arriba) indicamos que existen mecanismos conocidos para poder limitar el costo de una política de estabilización de los precios de los combustibles. Desde el 2008 estos mecanismos han sido considerados en el MEF y, más recientemente, en noviembre pasado cuando el precio del petróleo se encontraba en US$ 81.6 el barril, y no en US$ 109.48 el barril como ayer. De haberse tomado la decisión a tiempo se hubiera ahorrado al Estado peruano y/o a los consumidores centenares de millones de soles. Pero se prefirió timbear con el fisco y se perdió en grande. Hace unas semanas parecía inminente la decisión de limitar el costo del FEPC tomando las coberturas de precios necesarias en el mercado internacional, pero sigue pasando el tiempo (y acumulándose las deudas) y no se decide nada.

La única manera de explicar este comportamiento es que la deuda que se está acumulando no la pagará este gobierno sino el próximo. Nótese que, contrario a lo que afirma el Presidente García, no habría sido necesario desembalsar los precios si se hubieran tomado las coberturas oportunamente. Lo que ocurriría es que las pérdidas del FEPC serían limitadas (o incluso compensadas) con los resultados de las coberturas y el fisco no estaría expuesto a pérdidas sin límite.

Un país con las carencias del nuestro no se puede dar el lujo de perder cientos de millones de dólares subsidiando a los ciudadanos de ingresos medios y altos a costo de reducir el presupuesto disponible para programas sociales focalizados que alivien eficazmente la pobreza. Pese a ello, el gobierno de salida vuelve a equivocarse con esta y otras medidas populistas, como el reciente aumento en los sueldos para los miembros de los institutos armados el cual no resuelve el problema de la pésima estructura de remuneraciones ni el problema de fondos pensionarios para las FF.AA.
Como siempre, terminar el gobierno con un porcentaje de mediana aprobación vale más que lidiar de frente con el problema verdadero.