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Blog paperInformación Económica

La Teoría Política del Populismo (Acemoglu, Egorov y Sonin, 2011)

5. 02. 2013

Por Victor Fuentes  vfuentes@ipe.org.pe

Las medidas populistas son fenómenos ampliamente conocidos en nuestra historia económica, y aunque muchos de los votantes las critican ampliamente, los Populistas continúan siendo (re) elegidos. En “A Political Theory of Populism” se intenta explicar el surgimiento de los líderes populistas en países en vías de desarrollo, específicamente en Latinoamérica: Hugo Chávez en Venezuela, los Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Alan García en Perú.

Según Dornbusch y Edwards (1991) las prácticas populistas son aquellas políticas que reciben el apoyo de una parte significativa de la población, pese a que al final se termina perjudicando a la economía en su conjunto. Los autores ofrecen un modelo sencillo de populismo en el que definen formalmente a las políticas populistas como aquellas que se encuentran a la izquierda de las preferencias políticas del votante medio y, son apoyadas por éste último debido a que recibe la señal del político de no tener una agenda derechista ni estar influenciado por la “élite”.

Los modelos populistas se basan en el carisma de los políticos frente al “pueblo” en detrimento de la “élite”. Estos se tornan sumamente nocivos cuando las economías cuentan con altos niveles de desigualdad e instituciones políticas suficientemente débiles que permiten a las “élites ricas” ejercer influencia sobre el proceso político y, que una vez culminado a su favor, tiene la capacidad de socavar a las instituciones en su beneficio personal. Así, los autores señalan que el “pueblo” no confía en la derecha aunque estos políticos prometan implementar políticas acordes con el votante medio, porque una vez en el poder ellos están en la capacidad de favorecer a la “elite” y por consiguiente beneficiarse a ellos mismos.

Por lo tanto, con el objetivo de no elegir a un “corrupto”, el “pueblo” elige a un candidato más a la izquierda de sus preferencias medias, con las expectativas que, cuanto más a la izquierda se encuentre, menor será la probabilidad de que el candidato sea afín a la “elite”. El problema fundamental radica en que los votantes renuncian a elegir a un político que ofrece las políticas de sus preferencias a cambio de elegir a un candidato que no sea corrompido por la “élite” y evite la implementación de reformas económicas que amenacen su poder y status; por ejemplo, la reducción de subsidios, medidas de ajuste fiscal, eliminación de fijación de precios, etc. Así, los autores concluyen que la fragilidad institucional de América Latina es la principal causa de las continuas (re) elecciones de políticos populistas.

Los autores encuentran que los políticos moderados, los políticos de la derecha o incluso aquellos que son sobornados por la elite elegirán necesariamente políticas a la izquierda de las preferencias del votante medio. Este sesgo populista (izquierda) es mayor cuando: a) los beneficios de permanecer en el poder político son altos debido a que esperan recibir onerosos beneficios futuros, b) existe una marcada polarización entre las preferencias políticas del votante medio, debido la dificultad de los políticos de derecha por hacerse pasar por moderados, por lo que es más probable que el político en el poder incurra en políticas populistas para poder diferenciarse, y c) los políticos tienen una secreta agenda derechista, ya que intentan persuadir a los votantes de su distancia de la “elite”.

En cuanto a la corrupción, los autores encuentran que cuando (algunos) políticos pueden ser sobornados, la eficiencia del proceso de soborno y la proporción de los excedentes que ellos pueden capturar, también fomentan el populismo porque los políticos se encuentran más dispuestos a ser reelegidos para continuar recibiendo ganancias adicionales. Finalmente, en un modelo de corrupción en el que los burócratas señalan a los votantes que la riqueza de la “elite” no es “justa”, en un intento fallido de reducir las desigualdades, los votantes reaccionan a dicha información moviendo sus preferencias hacia la izquierda.