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Columnas de opinión

Arancel externo común

13. 02. 2003

 

13 de febrero de 2003.

Trampolín a la fama

• El Canciller Alan Wagner anunció que el Perú está a la espera de la confirmación de EE.UU. para la negociación de un Tratado de Libre Comercio (TLC). Wagner reconoció que la Comunidad Andina de Naciones (CAN) es un mercado pequeño, pero consideró que este sistema es un «trampolín para llegar a mercados más amplios. Mañana comienzan las negociaciones en Lima para encontrar un acuerdo sobre el 38% de partidas restantes de acuerdo en el marco del Arancel Externo Común (AEC).

• Adjuntamos el documento «reservado» de la Secretaría General de la CAN que servirá de base para las negociaciones de la Comisión de Ministros de Comercio, ampliada a sugerencia de los funcionarios de la CAN para incluir a otros ministros, como los de RR.EE. Así, presionarán políticamente para lograr algún acuerdo antitécnico y, como el caso de octubre pasado, lesivo a los intereses del Perú. Como se desprende de la propuesta, las negociaciones se basarán en un documento groseramente pobre, inconsistente e intelectualmente deshonesto.

• Según el documento, el mandato político de los presidentes andinos no contempla el nivel arancelario de 15%. Sin embargo, añade, algunos países lo consideran indispensable para no romper «la protección efectiva neutra para cadenas productivas de alta complejidad (¿?)… mientras que otros argumentan que el aumento de aranceles significaría una pérdida de competitividad para sus exportaciones». Luego sugiere la Secretaría de la CAN que, como resulta imposible ponerse de acuerdo en un debate técnico, debe forzarse un acuerdo político (para lo cual, hay que incluir a sus amigos cancilleres que poco o nada saben del tema).

• El documento recuerda que la decisión sobre el 62% de las partidas que se forzó a aceptar al Perú «políticamente» cubre menos del 40% del comercio subregional. Ahora, para dar la impresión de que se llegaría a un acuerdo sobre el 38% restante de partidas, la Secretaría ya no propone aranceles comunes, sino que cada país podría adoptar aranceles distintos a los demás. Es decir, podrían mantener diferencias de entre 5% y 10%, para arriba o para abajo del nivel arancelario medios. Desliza además, increíblemente, la noción de que estas diferencias son pequeñas, «aunque pueden causar distorsiones también pequeñas en el comercio subregional» (¿?) y que estas distorsiones se pueden subsanar con «la aplicación de derechos correctivos establecidos en el artículo 3º de la Decisión 535, en la cual se establece el Arancel Externo Común (AEC)».

• En resumen, el 62% que ya se acordó -pero que no resiste el análisis técnico más elemental- abarca menos del 40% del comercio andino. En el hipotético caso de imponerse políticamente un acuerdo sobre el 38% restante, sobre la base de algo parecido a la propuesta absurda que se describe en el documento, tendremos un engendro que los burócratas llamarán AEC, pero que seguirá sin ser externo ni mucho menos común. Tampoco servirá de base para negociar en el ALCA. Mientras tanto, funcionarios de segundo nivel del Ministerio de Industrias negocian ya niveles individuales, producto por producto, con los interesados, bajo el pretexto que hay que elevar aranceles como una «estrategia de negociación». Así, productos que tiene hoy en el Perú aranceles bajos serían objeto de ofertas de negociación con aranceles altos, los cuales serían luego reducidos a pedido de los EE.UU.

• La propuesta de la Secretaría en materia agrícola tiene los mismos atributos que mencionamos, pero nos abstenemos de comentarlos pues preferimos que nuestros lectores revisen el documento y se formen su propia opinión.

• Pensamos que ya ha llegado el momento de poner fin a esta farsa y que los ministros técnicos tome las riendas de lo que debe ser un inmediato inicio de conversaciones bilaterales con los EE.UU. Sabemos que ésta es la decisión que ya tomó el Perú, pero que la burocracia andina insiste en postergar y boicotear. Esta demora no es inocua, porque podríamos llegar al libre comercio con EE.UU. antes que gigantes como China e India, que trabajan febrilmente en abrir ese mercado, nos hayan ganado la partida reduciendo sensiblemente nuestras posibilidades de competir en el mercado estadounidense.

• Sugerimos a nuestros lectores revisar también los anexos por partida arancelaria, donde se ve claramente que se quiere forzar al empresario peruano a remplazar su proveedor típico por el menos eficiente productor andino mediante el aumento del arancel de importación desde terceros países a la vez que se permite la libre importación del socio andino. Retrocederían así la competitividad, la capacidad de generar empleo productivo sostenidamente, la eficiencia, la recaudación aduanera y el progreso de nuestros pueblos, en aras de un «Arancel Externo Común», que de tal sólo lleva el nombre.