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Columnas de opinión

Para recordar en la semana de la inclusión social

22. 10. 2012

22 de octubre del 2012

“En la última década, el Perú ha experimentado un avance sin precedentes en la reducción de la pobreza; y por primera vez en años, se ha visto una modesta reducción de la desigualdad. De hecho, Perú es uno de los países con mejor desempeño en la región en cuanto al incremento del bienestar.  Al parecer, la estabilidad macroeconómica y los niveles récord de crecimiento sostenido han proporcionado el espacio para mejorar las oportunidades de ingreso para los peruanos. Estas oportunidades han beneficiado mayormente a los pobres, sobre todo en años recientes.”

El texto que citamos podría parecer el discurso de algún funcionario público triunfalista en algún evento relacionado con la semana de la inclusión social con la que se celebra el primer año de creación del Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social (MIDIS). Pero no lo es. Es el primer párrafo del resumen del capítulo sobre inclusión social en el recientemente publicado segundo tomo del libro del Banco Mundial “Perú en el umbral de una nueva era” (ver).

Contrariamente a lo que con frecuencia oímos de quienes pretenden negar o minimizar los logros de un modelo basado en el crecimiento sustentado en inversión privada y la economía de mercado, no hay medias tintas en las apreciaciones del Banco Mundial sobre el tema. No sólo se ha logrado una reducción “sin precedentes” de la pobreza, sino que se ha reducido la desigualdad (así sea modestamente). Estos logros, además, son sostenibles puesto que se ha logrado mejorar las oportunidades para los peruanos, especialmente para los pobres.

El crecimiento económico y la economía de mercado han hecho su trabajo bastante bien, pero ciertamente se necesita más para resolver los problemas de pobreza y desigualdad de nuestro país. Se necesita también un sector público más eficiente y efectivo para atender los problemas que el mercado no resuelve ni le corresponde resolver. Pese a las conocidas deficiencias del sector público peruano, el mencionado libro del Banco Mundial también es claro en cuanto a su rol en el aumento del bienestar: “Al mismo tiempo, las políticas públicas y sociales han contribuido a este éxito, incluso a pesar de que los bajos niveles del gasto social sugerirían que su papel era más limitado”.

A la escasez de recursos del sector público, la cual se va resolviendo gradualmente con el crecimiento económico, hay que añadirle la poca capacidad de decisión y ejecución que limitan sus políticas. Como indica el resumen del capítulo mencionado del libro del Banco Mundial: “A fin de sostener los logros recientes, el Perú debería diseñar políticas nuevas, mejorar las existentes, y ampliar las políticas exitosas que reducen la desigualdad regional, facilitan una mayor ampliación de las oportunidades, mejoran la gestión de riesgo de las poblaciones vulnerables y estimulan el crecimiento”.

Las lecciones son, pues, claras. Primero, hay que asegurar que se mantenga el crecimiento económico, que es el principal medio de creación de oportunidades de progreso para la mayoría de la población. Segundo, el sector público debe mejorar sus acciones para apoyar a quienes no están en posición de aprovechar las oportunidades creadas por el crecimiento económico. Se deben utilizar mejor los crecientes recursos fiscales, fortaleciendo los programas que funcionan bien y desarrollando nuevos programas que logren que el desarrollo y la inclusión social sean sostenibles (ver gráficos).

Como hemos comentado antes, las acciones y los anuncios hechos hasta la fecha nos indican que el MIDIS va bien dirigido. Confiamos en que la capacidad de ejecución y el necesario apoyo político del gobierno estén a la altura de estas intenciones. El reto va a ser sostener un esfuerzo profesional que usualmente toma tiempo en mostrar resultados y que tendrá que enfrentar siempre presiones a favor de medidas populistas y miopes sustentadas en supuestos réditos políticos más inmediatos. La tarea del MIDIS es clara.