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Prensa

Crecimiento potencial: presente y futuro

14. 01. 2014

14 de enero del 2014
Roberto Abusada
El Comercio

 
El crecimiento potencial de una economía es un concepto teórico calculado usando varios procedimientos estadísticos, que expresa aquel crecimiento no inflacionario que una economía puede alcanzar en determinado momento.

En el Perú existen estimados de ese crecimiento que actualmente lo colocan en alrededor del 6,3%. La diferencia entre ese crecimiento potencial y el que se espera se dé en la realidad sirve de guía a las autoridades económicas para establecer si sus políticas monetarias y fiscales deben ser expansivas o restrictivas.

El BCR y muchos analistas nos dicen que el Perú crecerá 6% este año; que superaremos a la mayoría de los países del continente; que el crecimiento potencial de nuestros socios en la Alianza del Pacífico –Chile, Colombia y México– es menor que el nuestro y que, aunque crecerán más que en el 2013 (entre 3,4% y 4,6%), ninguno crecerá tanto como el Perú.

¿Será cierto que el crecimiento potencial de esos tres países sea tanto menor que el peruano? ¿Estará bien estimado nuestro potencial?

Existen razones que pueden explicar nuestro superior potencial, pero también sospecho que nuestro potencial se esté deteriorando y quizá sea más cercano al 5% debido a la parálisis en las reformas, el estancamiento proyectado para la inversión en relación con el PBI, las mayores tasas de interés internacionales y los menores precios de los metales.

Por otro lado, uno puede ver que Chile es el líder latinoamericano en calidad institucional, que Colombia se perfila como potencia petrolera y tiene fortalezas como la excelencia de su administración pública. México posee industria y agricultura exportadora formidable. Todos estos factores elevan el potencial de crecimiento.

Nuestros socios tienen también su dosis de problemas: el costo de la energía en Chile seguramente está mellando su potencial. Quizá los problemas socioambientales en Colombia estén deteriorando su potencial petrolero y la dependencia mexicana respecto de la aún incipiente recuperación de Estados Unidos limitará su potencial.

Dicho todo ello, es cierto que el Perú tiene todavía un mayor potencial que sus pares, porque está aprovechando las “ventajas del retraso” a las que aludía el economista ruso-estadounidense Alexander Gerschenkron. El Perú está consiguiendo recién lo que otros países ya lograron, y ha podido sacar ventaja de su retraso gracias a las reformas económicas que emprendió después de un largo período de estancamiento.

Al empezar a invertir más tarde, el Perú pudo hacerlo con maquinaria y equipos más avanzados y con procesos y métodos más modernos. Ello permitió hacer crecer la productividad de toda la economía. El Perú se demoró también en cruzar el umbral de ingresos por habitante donde se empiezan a desarrollar los servicios para una clase media creciente; en el que surgen nuevas ciudades intermedias que propician la aparición de nuevos servicios. Además, el rápido crecimiento de la agricultura moderna y el auge minero han llevado empleo, mejor infraestructura y progreso a lugares apartados.

¿Puede el Perú crecer más aceleradamente? Es posible, pero no si, como ahora, la complacencia paraliza las reformas. Hoy ponemos trabas absurdas a enormes proyectos porque nuestra administración pública está entrampada y agobiada por procedimientos kafkianos que infunden parálisis en el funcionario a todo nivel.

Solo el inicio de dos o tres grandes proyectos mineros pueden hacer crecer la inversión privada del año en que comienzan a ejecutarse en 10% y el crecimiento del PBI de dicho año en dos puntos porcentuales. Cada uno de ellos puede hacer crecer las exportaciones en un punto porcentual en el año en que empieza a exportar.

Se debe gobernar dejando de lado la inmediatez y encargarnos de garantizar el crecimiento sostenido del potencial de largo plazo. Crecer espectacularmente un año es fácil: en el 1974 de Velasco la economía creció 8,8%, y en los dos años iniciales del primer gobierno de García, vimos una tasa promedio de 10%, pero lo cierto es que en dos décadas (de 1971 a 1990) solo crecimos en promedio 1,4% por año, empobreciendo así a la creciente población.
 
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