Cuando el sueldo no es tan mínimo

14 de marzo del 2018
Altavoz
Editorial.
Esta semana, el congresista de Peruanos por el Kambio y exministro de la Producción, Pedro Olaechea, ha sido sumamente criticado por sus declaraciones sobre un posible aumento de la remuneración mínima vital. Por decir que el salario básico de S/850 es “mucho” en algunas regiones del Perú, el congresista oficialista ha sido tildado de clasista, insensible y defensor de los intereses empresariales. El portal del canal ATV incluso llegó a titular una nota sobre sus declaraciones de la siguiente manera: “Olaechea propone que serranos ganen menos”.
Al margen de la poca capacidad de comprensión que muestran algunos periodistas y opinólogos cuando se trata de escuchar una opinión distinta a la suya, es realmente preocupante el desconocimiento de los principios básicos de economía en nuestra sociedad. Como suele decirse, el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones y pocas cosas son más dañinas que las decisiones que toman algunas personas supuestamente preocupadas por los pobres, pero que no se toman la más mínima molestia para informarse sobre qué políticas públicas son las que más benefician a los que menos tienen.
El sueldo mínimo, justamente, es una de esas políticas que son descartadas por los expertos, pero que como suenan bien suelen ser apoyadas por políticos y periodistas. Por más que varios de los más destacados economistas peruanos como Gustavo Yamada, Miguel Jaramillo, Hugo Ñopo y Diego Macera nos hayan advertido sobre los perjuicios de los reiterados aumentos de la remuneración mínima vital, para muchos es “obvio” que como S/850 es un monto que no alcanza para pagar una canasta básica familiar, entonces se debe incrementar el sueldo mínimo. Algunos congresistas, como el parlamentario del Frente Amplio Richard Arce, han llegado incluso a proponer que se aumente hasta a S/2,000.
El problema, como ya explicaron recientemente Diego Macera y Hugo Ñopo a Altavoz, es que no existe argumento técnico para incrementar el sueldo mínimo en nuestro país. Aunque los populistas se nieguen a verlo, en el Perú, alrededor del 70% de la PEA es informal y casi el 50% de las personas tiene ingresos menores a S/850. ¿Qué sentido tiene incrementar el sueldo mínimo cuando miles de peruanos ni siquiera ganan la remuneración básica? ¿Acaso no es evidente que con ello únicamente perpetuamos su exclusión a la informalidad?
Los salarios, debemos entenderlo, no suben por arte de magina ni porque un gobierno mediocre decrete un aumento de la remuneración mínima vital. Los salarios aumentan cuando la economía crece, cuando las empresas se vuelven más productivas y cuando las personas reciben una mejor educación. Subir por decreto el sueldo mínimo ignorando estos hechos lo único que hace es que menos personas tengan la posibilidad de obtener un empleo formal y, con ello, de mejorar su productividad en empresas que brinden capacitaciones y experiencia.
En lugar de estar perdiendo el tiempo en discusiones sin sustento técnico promovidas por políticos que piensan en aumentar su popularidad antes que en el bienestar de los peruanos, lo que deberíamos estar debatiendo es qué podemos hacer para reducir la inmensa informalidad en el Perú. Sin embargo, mientras siga primando la discusión sustentada en buenas intenciones en vez de en datos reales, lo cierto es que seguiremos siendo un país excluyente e indiferente para los más necesitados.
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