El mensaje de Dina
Columna de Miguel Palomino, presidente del IPE, publicada en La República.
Cada año, cerca al 28 de julio, los peruanos solíamos estar muy interesados en lo que diría el mensaje presidencial. En los últimos tiempos, sin embargo, el interés ha decaído notoriamente, en línea con la percibida incapacidad y falta de voluntad del Gobierno para anunciar algo relevante.
La disminución en la capacidad de actuar de un gobierno debilitado e impopular ciertamente afecta qué tan relevante pueda ser, pero rara vez deja de ser importante. Es decir, el problema principal se debe a que lo que el gobierno está dispuesto a anunciar es poco relevante. Esto se puede cambiar fácilmente, es sólo cuestión de actitud.
Plantear un número limitado de objetivos claros y atractivos, con mecanismos específicos detallados para lograrlos (para que no sean promesas tiradas al viento), es lo que haría cualquier político con experiencia. Esto permite centrar el debate en torno a las prioridades del gobierno e, igualmente importante, permite saber cuáles son éstas, cosa que hoy no es claro.
Los críticos dirán que no tiene sentido proponer algo que sabemos que no se aprobará, sea debido a la oposición del Congreso o cualquier otra fuerza independiente del ejecutivo. Sin embargo, esto no es cierto por más de un motivo.
En primer lugar, si algo se aprueba o no, será cuestión de negociar con quienes corresponda, esa es la esencia de la política. Incluso si ese algo no se aprobara, quedará claro cuál es el objetivo y quiénes son los que se oponen, ambos puntos siempre beneficiarán al gobierno.
Recordemos que el bajísimo nivel de aprobación actual pone al gobierno en una situación favorable si consigue el respaldo de un grupo grande de la población aun si no tiene a una mayoría (por eso hay que saber escoger los temas). La oposición, aunque mayoritaria, está desunida y eso le puede dar al gobierno mayores cartas para negociar.
¿Con qué tenemos que empezar? Como dije hace unos días en una entrevista en este medio, con convicción y liderazgo. La convicción (si uno la tiene) es fácil de lograr, el liderazgo se va construyendo. Entonces, se trata de si la presidente tiene convicción o no. En realidad, sin ésta será difícil iniciar cualquier proyecto y, valgan verdades, Dina Boluarte no parece tener otra que permanecer en el poder y por lo tanto tiene que cambiar el tema la discusión de si ella se queda o se va a algo propositivo.
Por eso será clave que los ministros estén más o menos alineados y no peleándose entre sí. El ministro a cargo del MEF, por ejemplo, parece tener las convicciones que necesitan. Haría bien la presidente, pidiéndole prestadas algunas y materializándolas, para comenzar, en el presupuesto del año 2024, que deberá ser presentado en agosto.
¿Qué temas deben ser los escogidos para este mensaje, entonces? Aquellos con los cuales se pueda mostrar convicción y que sean apoyados por un importante grupo poblacional. Evitando caer, por supuesto, en promesas populistas. Sostener un gobierno por tres largos años a base de promesas populistas es algo que Dina Boluarte no puede darse el lujo de hacer, no con los escasos recursos fiscales con los que cuenta.
Entonces, la presidente deberá escoger unos cuantos objetivos concretos con mecanismos claros para alcanzarlos y anunciarlos a la nación. ¿Cuáles deberían ser? Hay una larga lista de candidatos y ya se han hecho públicos muchos de ellos (por ejemplo, Jessica Luna, directora ejecutiva de Comex).
A mi parecer, lo que más les interesa a los peruanos es el empleo, con lo cual lo lógico es que ese sea el tema central. No con promesas de empleo creado ni subsidiado por el gobierno, ya que eso no es empleo de verdad.
Empleo como los 250 mil nuevos puestos de trabajo que se crearían solitos poniendo en marcha proyectos como Majes-Siguas y Chavimochic o con las grandes obras de infraestructura que no necesitan de fondos del estado. Sería un buen comienzo.
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