El precio del miedo

Columna de Victor Fuentes, gerente de Políticas Públicas del IPE, publicada en El Comercio
La reciente encuesta de Ipsos ‘¿Qué preocupa al mundo?’ pone en cifras lo que los peruanos viven día a día: el rápido avance del crimen y la violencia. En el Perú, el 52% de los encuestados lo considera su mayor preocupación, superando incluso a la corrupción, y ubicándose muy por encima del promedio global (31%).
Y no es para menos. Los casos de extorsión han registrado un aumento sin precedentes: se multiplicaron 4.3 veces entre 2019 (5,172 casos) y 2023 (22,396 casos), según datos de la Fiscalía de la Nación. Además, el INEI reporta que la proporción de víctimas de delitos cometidos con armas se ha más que duplicado en la última década, pasando de 20% en 2013 a 47% en 2023. La falta de liderazgo y estrategia para enfrentar el crimen resulta evidente. Desde 2021, el ministro del Interior y el comandante general de la Poliría han permanecido, en promedio, 6.6 y 3.3 meses en sus cargos, respectivamente, la mitad del tiempo que hace una década. La elevada rotación de funcionarios de alto nivel dista de la eficiencia del crimen organizado y vuelve difícil sostener cualquier tipo de política. Así, las fuerzas policiales enfrentan esta problemática en desventaja. Solo el 55% de los 18,119 vehículos policiales están operativos, según el Ministerio del Interior.
El aumento de la delincuencia frena la actividad económica, desincentiva la inversión privada y distorsiona el consumo (elevando los gastos en seguridad privada). Además, dificulta la creación de nuevos negocios, especialmente para los pequeños emprendimientos. Antela perplejidad o complacencia del Estado, resulta cada vez más claro que las iniciativas para combatir el crimen deberán surgir desde la sociedad civil, los centros de pensamiento y el sector privado. Un esfuerzo serio y coordinado para enfrentarla inseguridad ciudadana no solo mejorará la calidad de vida, sino que también impulsará la economía y aumentará la productividad. Ello permitirá recuperar los casi S/1,300 anuales que la inseguridad le cuesta hoya cada peruano. El precio del miedo.
La inseguridad no es solo un problema social, sino un obstáculo directo al crecimiento económico y al desarrollo empresarial. Transformar esta adversidad en una oportunidad para construir un Perú más seguro y próspero es tarea de todos.
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