¿Es sostenible para la economía mantener los bonos del Estado?
La República
Los bonos resuelven urgencias. Desde que empezó la pandemia, el Estado implementó seis programas de este tipo de subsidio con diferentes nombres para aliviar los bolsillos de hogares y grupos empobrecidos. El gobier- no de Pedro Castillo repartirá el bono Yanapay de 350 soles que comenzará a ser distribuido este 13 de septiembre y llegará a más de 13 millones de peruanos. Ya no será repartido por familia sino por persona. El objetivo es inyectar dinero a los hogares en condición de pobreza para pagar la canasta básica familiar –afectada por el alza de precios–, las deudas o, incluso, dinamizar el consumo para la reactivación de la macroeconomía. Recibir esta ayuda para algunos peruanos es vital, dicen algunos economistas. Sin embargo, otros opinan que este subsidio es un alivio temporal de la pobreza que no resolverá los problemas de fondo, como el incremento del desempleo y la informalidad. El Gobierno deberá afinar sus estrategias para reflotar la economía a largo plazo.
Diego Macera – Gerente general IPE
“La solución es la promoción de la inversión”
Contextos de emergencia ameritan soluciones de emergencia. Es por eso que muchos gobiernos del mundo han tomado medidas sin precedentes ante la crisis causada por el COVID-19. Entre los instrumentos más utilizados han estado las transferencias monetarias. El Perú no ha sido la excepción, y durante el año pasado se hicieron esfuerzos enormes para ayudar con bonos del Estado al presupuesto de millones de familias. Para este año, el MEF estima un gasto de S/ 8.000 millones para subsidios monetarios por el contexto de la pandemia. Eso equivale a casi un punto del PBI. Cada vez que el Gobierno anuncia un bono nuevo, el déficit fiscal sube en aproximadamente 0,75% del PBI. Eso puede estar bien en contextos de emergencia y siempre que las transferencias sean bien focalizadas –que lleguen solo hacia quienes más lo requieren–, pero de ninguna manera es una política sostenible a mediano plazo. El espacio fiscal está llegando al límite y la primera señal de preocupación real –la rebaja en la calificación crediticia de Moody’s– ya llegó. Es importante entender que la política de subsidios a los más vulnerables ya existe y se da a través de Juntos, Pensión 65, y otros programas más pequeños. Si queremos resolver el problema de fondo, la solución sostenible es la mejora en la competitividad y la promoción de la inversión.
Miguel Jaramillo – Investigador GRADE
«Yanapay es un paliativo”
Entiendo que la pregunta se refiere a si el país tiene la capacidad fiscal para afrontar el gasto que implican los bonos. La respuesta es hasta cierto punto trivial: siempre se pueden ajustar otros gastos para permitir este y man- tenernos en la senda fiscal del marco macroeconómico multianual. Sin embargo, la pregunta relevante no es si tenemos capacidad para asumir el gasto, sino si esta es la mejor forma de usar nuestros escasos recursos fiscales. La respuesta es, en mi concepto, un claro no. Hay que entender que programas como el del bono Yanapay son un paliativo a una situación de escasas oportunidades de empleo adecuado, en ningún caso son una solución. Estos programas tienen todo el sentido cuando las circunstancias impiden o hacen muy riesgosa la actividad económica, como en el contexto de la pandemia. En la actualidad tiene más sentido y es más eficiente generar las condiciones para que surjan esas oportunidades, esto es, para que haya mayor inversión privada y se genere empleo formal. El pueblo no quiere regalitos del Gobierno, quiere oportunidades para mejorar su situación. El Gobierno parece más bien empeñado en todo lo contrario. Desde las políticas públicas, tiene más sentido invertir en el desarrollo de habilidades en los jóvenes, que incrementen su empleabilidad y su capacidad de generar ingresos.
Marcel Ramírez – Profesor de la Escuela de Gestión Pública de la UP
“No es una medida duradera”
La aprobación de un nuevo bono para los más afectados por la crisis nos obliga a recordar la diferencia entre mecanismos de alivio y superación de la pobreza y aquellos que buscan propiciar más empleo de calidad e ingresos de forma permanente. Cada objetivo requiere sus propios instrumentos y, a más complejo el objetivo, mayor el diseño coordinado de varios instrumentos. Está claro que la entrega del bono de una única vez apunta a un alivio temporal de la pobreza, pero de ninguna forma cambiará la situación de vulnerabili- dad de los hogares más afectados. Aunque el dinero se destine a compra de alimentos e inclusive a pagar alguna deuda, su impacto multiplicador en la economía será poco significativo pues no es un impulso fiscal permanente. A esto debe sumarse la dificultad conocida de realizar una buena focalización para evitar que el bono llegue a quienes no les correspondería la ayuda. Ya que el bono se traducirá en un alivio extremadamente temporal, debe quedar claro que de ninguna manera es una panacea y que, desde una perspectiva de recuperación sostenida del nivel de vida, una economía debe ser capaz de generar empleo de calidad a largo plazo, lo cual pasa necesariamente por lograr mayor inversión pridvaa que impulse la productividad. La postpandemia obliga a ir más allá de la simple contención de la economía.
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