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Igual es desigual

17. 11. 2022

Columna de Miguel Palomino, presidente del IPE, publicada en La República.

Enfrentar el mercado laboral es uno de los retos más difíciles por el que tienen que pasar todos los peruanos en edad de trabajar. Un mercado al que se enfrentan sin información adecuada y sin la debida preparación. Un mercado que en realidad son dos: uno sobrerregulado, que pareciera diseñado para que menos de la cuarta parte pueda acceder a él; y el otro, que atiende a más de las tres cuartas partes del empleo, que no se regula en lo absoluto.

Si además se es mujer, se multiplican los problemas a los que tiene que enfrentarse. Sin embargo, si vemos las estadísticas básicas, esto no tendría por qué ser así. Las mujeres son el 52% del total de la población en edad de trabajar, más de la mitad del talento nacional. Sin embargo, son solo el 46% de la población que busca trabajo activamente. ¿No nos está diciendo algo esta cifra?

“No es tanto”, dirán algunos, “refleja el que hay un mayor porcentaje de mujeres que de hombres que prefieren quedarse en su casa cuidando a los niños”. Si solamente se debiera a esto, ¿entonces por qué es que hay 33% más mujeres desempleadas que hombres desempleados? ¿Por qué hay 54% más mujeres subempleadas que hombres subempleados? ¿Por qué hay casi el doble de hombres con empleo adecuado que mujeres con empleo adecuado?

Claramente, la mujer enfrenta muchos retos que van más allá de tener una supuesta preferencia por cuidar de los niños (lo cual, además, es una costumbre social). ¿Cuáles son esos retos? Efectivamente, los retos están relacionados con tener hijos, pero como indican los porcentajes citados en el párrafo anterior, no es porque simplemente se haga una elección entre cuidar a sus hijos o trabajar.

Miguel Jaramillo y Hugo Ñopo, reconocidos investigadores de Grade, hicieron un estudio antes de la pandemia (lo cual quiere decir que la situación hoy es peor). En su investigación determinaron que para una mujer tener un niño o niña en el hogar ampliaba la brecha de empleo entre hombres y mujeres en 10 puntos porcentuales; y cada hijo adicional, en 5 puntos porcentuales. Como dice el estudio: “Esto corresponde a patrones culturales patriarcales, que asignan a las mujeres roles en el cuidado de los pequeños y demás tareas domésticas, y cuyo impacto es su exclusión relativa del mercado de trabajo”.

Para quien no crea que este es un serio problema, podemos usar como aproximación un comparador de “Igualdad de salario por trabajo similar” del Foro Económico Mundial. En él, Perú se encuentra en el puesto 115 de 146 países comparados. Bolivia se encuentra en el puesto 127, y Colombia en el puesto 96. Pero Islandia y Finlandia están entre los 10 primeros, y encabezan el Índice Global de Brecha de Género. ¿Alguien duda del problema del patriarcado?

Esto nos da una idea de la magnitud del problema. El hecho es que vivimos en una sociedad patriarcal y mientras así sea (en otras palabras, mientras la vamos haciendo cambiar), debemos encontrar los medios que nos permitan resolver o por lo menos aliviar los problemas que esto causa.

Esto pasa por políticas públicas orientadas a cambiar la desigualdad que enfrenta la mujer en el mercado laboral. Como un niño o niña tiene que educarse adecuadamente para poder salir adelante, la educación debe ser una prioridad, sobre todo la de las niñas para no perpetuar el circulo vicioso del patriarcado. Como un niño debe ser cuidado para que su madre pueda trabajar, se debe priorizar e intensificar políticas como los wawawasis.

Mucho se puede hacer también desde la sociedad civil, igualando más la carga de los hijos entre los padres, sobre todo en el caso del primer hijo, que, como hemos visto, es el de mayor impacto sobre la mujer. No soy un experto en políticas de igualdad de género, pero en eso, las políticas exitosas empiezan generalmente por lo más sencillo y más probado.

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