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Desafío PerúLaboral

Lo que nos deja la pandemia y las políticas postpandemia: Un mercado laboral menos productivo, menos equitativo y más precario

28. 03. 2022

28 de marzo del 2022
Miguel Jaramillo Baanante
Grupo de Análisis para el Desarrollo – GRADE

A dos años de la declaratoria de emergencia por la pandemia del COVID-19, resulta apropiado hacer un análisis de lo que esta nos ha dejado. Las restricciones que indujeron la depresión de la economía se han levantado casi por completo, con la notable excepción de aquéllas que afectan el normal funcionamiento del sistema educativo. La economía ha recuperado sus niveles prepandemia, por lo que es un buen momento para analizar cómo se ha ajustado el mercado laboral. Los datos recién publicados de la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) 2021 muestran cambios estructurales, consecuencia tanto de la respuesta a la pandemia, las políticas de reactivación y las políticas laborales del actual gobierno. El resultado central es que nos encontramos con un mercado laboral menos productivo y más desigual y precario que aquel previo a la emergencia sanitaria.

Veamos primero el comportamiento de la fuerza laboral en conjunto. Comparando el año 2021 con el año 2019, la población en edad de trabajar (PET), esto es, la potencial oferta laboral, aumentó en 3%, consistente con las predicciones de evolución demográfica. No obstante, el hecho más saltante en este contexto es el aumento de la inactividad en 6.3%. Esto se explica por un aumento de más del 10% en el área urbana, compensada por una caída de 20% en el área rural. En contraste, la población económicamente activa (PEA) creció 1.8%, impulsada por un crecimiento de 3.1% en el área rural.

En este contexto de crecimiento de la oferta laboral por debajo de la tendencia de largo plazo, la población ocupada cayó 0.1% entre 2019 y 2021 a nivel nacional. Nuevamente se observa el contraste entre áreas urbanas y áreas rurales: una contracción del empleo en las primeras y un aumento en las segundas. Cuando lo vemos por regiones geográficas, las diferencias son más marcadas. En la costa, el empleo cayó 3.9% en ese periodo mientras que, en la sierra y selva, esta cifra aumentó en 3.9% y 6.4%, respectivamente.

Asimismo, se pueden notar diferencias en cuanto al género, edad y nivel educativo de las personas empleadas. Los hombres ocupados aumentaron en 1.2% entre 2019 y 2021 mientras que para las mujeres hubo una caída de 1.6%. Los miembros más jóvenes de la fuerza laboral, aquellos entre 14 y 24 años, muestran un aumento en 4.2% en la ocupación, en contraste con una caída entre los mayores de 25 años. En cuanto al nivel educativo alcanzado, la caída en el empleo afecta a todos los grupos, excepto a trabajadores con secundaria completa. El impacto más fuerte es sobre aquéllos con educación universitaria, cuyo empleo se redujo en un 11.9%. Como consecuencia, el nivel educativo de nuestra fuerza laboral ocupada se ha reducido.

Por el lado de la demanda, entre 2019 y 2021 los sectores que más han contribuido a la creación de empleo han sido construcción (18%) y agricultura (16%), mientras que donde más se ha perdido es en el sector de servicios (-13%). Más importante en términos de la productividad de la economía es que el empleo ha aumentado solamente en las empresas más pequeñas (entre 1 y 10 trabajadores), en 5%. En fuerte contraste, en las empresas con 51 trabajadores o más, las más productivas y que pagan mejor, el empleo ha caído en un brutal 15.2%. Así, ha habido una reestructuración del empleo hacia el trabajo menos calificado y en empresas de menor productividad.

Por último, la informalidad es el rasgo más característico del mercado laboral peruano. En el gráfico podemos observar cómo ha evolucionado la condición de formalidad del empleo entre 2014 y 2021. La cifra de personas en condición de informalidad llegó a los 9.45 millones durante el año que pasó, lo cual es un máximo histórico para el país. Además, el número de personas con un empleo formal fue de 3.78 millones en el 2021. Ni remontándonos hasta el 2014 podemos llegar a un número tan bajo de personas trabajando en la formalidad. La conclusión que se desprende es que el empleo informal se ha recuperado, e incluso aumentado, con respecto a niveles prepandemia, pero las dificultades se han agravado para el empleo formal.

En resumen, tenemos un mercado laboral menos productivo, más inequitativo -con mayor brecha entre formales e informales- y más precario -con menor acceso a la protección de la ley. Esto se resume en la trágica caída del empleo adecuado en 10.7%. Nada de esto parece ser de conocimiento de nuestras autoridades. En este contexto, las políticas laborales del gobierno actual bajo la llamada “Agenda 19”, enfocadas en proveer mayor protección para su clientela política, no podrían ser más equivocadas.

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