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Más difícil que volver al mundial

20. 05. 2024

Columna de Victor Fuentes, gerente de Políticas Públicas del IPE, publicada en El Comercio

El IPE estima que, creciendo al 3% como proyecta el BCR para los próximos años, tomaría 23 años volver a los niveles de pobreza del 2019 (20%). Si nos desviamos y crecemos solo 2%, recién lo lograríamos en 35 años (2059). Al ritmo al que va la economía y la selección del fútbol, el Perú podría regresar antes a un mundial que a los niveles de pobreza previo a pandemia. Este panorama exige reactivar la inversión privada y generar empleo de calidad y crecimiento inclusivo. No hay otra manera sostenible de reducir la pobreza y generar bienestar que a través del efecto del crecimiento económico. Ya lo hicimos en el pasado por casi 25 años. Para encender la chispa del círculo virtuoso del la economía hace falta un conjunto de reforma serias. Si bien el Perú parece caminar con un ojo mirando el precipicio y todo parece importante, en estas reformas no deberían faltar:

1. Un estado que priorice lo verdaderamente importante (educación, salud, seguridad) con medidas basadas en evidencia. Un mal remedio puede ser peor que la enfermedad. Como ejemplo, tenemos los beneficios tributarios, estado de Emergencia y aventuras empresarias del Estado.

2. Simplificación administrativa en los tres niveles de gobierno que promueva un clima favorable para los negocios. No se pide que se bajen los estándares (de cuidado ambiental, seguridad) sino el cumplimiento de los plazos. En 2018, el Perú superaba al 83% de jurisdicciones en el índice de atracción de la inversión minera del Instituto Fraser; al cierre de 2023, sólo adelanta el 31%.

3. Una reforma política sería que asegure que las elecciones del 2026 no significarán un nuevo retroceso. Qué difíciles convencer a nuevos inversionistas de apostar e invertir en un país tampoco predecible en términos políticos, sin que ello repercuta sobre las reglas del juego y los negocios.

Finalmente, asegurar la independencia política y presupuestaria de instituciones públicas técnicas como el INEI. Si no podemos confiar en la calidad e independencia en la construcción de los datos, la toma de decisiones estratégicas no será muy diferente de lanzar una moneda al aire.

 

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