“No es producir más, sino producir mejor”

Por Rodrigo Melgarejo Zevallos – Embajador IPE de la Región Lima
La minería es una de las actividades más importantes para la economía peruana. Durante los últimos 10 años, según el Boletín estadístico minero del MINEM, la minería ha representado más del 50% de las exportaciones totales, lo cual implica que también forma parte de los ingresos que obtiene el Estado por esta actividad. Además, la minería también forma parte importante de la inversión privada, en la que se puede destacar la IED (Inversión extranjera directa) debido a la gran cantidad de empresas extranjeras que vienen a operar en el Perú.
No obstante, si bien la minería genera grandes beneficios económicos, es importante que esta tenga una administración eficaz de sus pasivos ambientales, a fin de reducir el impacto ambiental en el corto y largo plazo. Por ejemplo, la minería está muy relacionada a los conflictos socio-ambientales con las comunidades cercanas. Según el Reporte de Conflictos Sociales de la Defensoría del Pueblo, correspondiente a julio de 2020, los conflictos socio-ambientales son los que abarca mayor proporción, exactamente el 69.7% del total, donde la minería representa a una gran parte, exactamente, el 63.6% referente a este tipo de problemáticas.
Asimismo, de acuerdo al Fondo Mundial para la Naturaleza, WWF (por sus siglas en inglés), el planeta ha agotado todos sus recursos para el 2020, poniendo en duda si a largo plazo la forma de vida será la misma. Sin embargo, el causante no es completamente la gran producción, sino la forma en cómo se produce. Ante este problema, una alternativa que se presenta es la denominada “economía circular”, la cual consiste en tratar de cambiar el modelo de producción lineal, que se centra solo en la fabricación del producto final, por un modelo de negocio circular que también ponga énfasis en los procesos de producción que se utilizan. Así, se busca emplear el reciclaje y la reutilización de los recursos, insumos e incluso los productos finales, a fin de que estos no se conviertan en productos desecho, y con el paso del tiempo, se pueda ir disminuyendo la cantidad de residuos generados.
Con respecto a la minería, puede sonar ilógico tratar de usar reciclaje en una actividad que es naturalmente extractiva; sin embargo, hay maneras de implementar la economía circular en este sector. Por ejemplo, uno de los pasivos ambientales más conocidos son las presas de relaves mineros, los cuales son una mezcla de rocas trituradas y efluentes de procesos generados durante el procesamiento de los minerales, y su composición depende de la naturaleza de la roca extraída y del proceso de recuperación utilizado. Los relaves mineros son una fuente grave de contaminación de suelos y aguas subterráneas; debido a esto, las comunidades cercanas se ven particularmente afectadas por los resultados de la erosión eólica y por el agua de los sitios de disposición de relaves. Sin embargo, mediante procesos químicos, estos pueden ser tratados y transformados en materiales de construcción, donde se destacan la cerámica, cemento, vidrio, ladrillos, entre otros, los cuales pueden ser utilizados para obras de infraestructura dentro de la comunidad, o ser vendidos a constructoras a un precio bajo, creando un modelo de negocio circular.
En general, esto solo es una parte de la transformación hacia una economía circular, ya que hasta ahora solo se ha hablado de la minería, puesto que aún falta investigar más sobre el resto de actividades exportadoras. De esta manera, es necesario que tanto el sector privado y el sector público impulsen la economía circular. Por un lado, el sector privado (las compañías exportadoras) debe tratar de ejecutar sus procesos de producción de manera responsable, teniendo en cuenta los estándares ambientales propuestos por el sector público. Además, para el caso minero, el sector público debe ser un ente mediador entre la comunidad y la compañía minera, a fin de poder recopilar las necesidades de la población, y asegurar que los recursos financieros, como el canon minero, sean invertidos de forma correcta. Ello permitiría que estas poblaciones puedan ver las mejoras que causa dicha actividad, y se empiece a valorar más su utilidad, a través de la opinión popular. En conclusión, el Perú debe impulsar la minería para el crecimiento económico, pero debe hacerlo de forma responsable, teniendo en cuenta que “no se trata de producir más, sino de producir mejor”.
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