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Prensa

Panorama desolador

25. 11. 2016

25 de noviembre de 2016
El Comercio

 
Bajo el promedio. Ninguna región ha logrado un puntaje «alto» o «muy alto» en el ICRP 2016. Lima Metropolitana obtuvo el primer lugar con un nivel «medio alto».

Para efectos prácticos, los resultados del Índice de Competitividad Regional del Perú (ICRP) 2016 de Centrum Católica muestran que nuestro país está jalado. Aunque Lima Metropolitana y Callao ocupan el primer y segundo puesto, respectivamente, sus calificaciones no son sobresalientes. Mientras que la capital obtiene el primer lugar con una puntuación de «mediano alto», el puerto tiene una calificación «baja». Las 24 regiones restantes cuentan con puntajes que van desde «muy bajo» hasta «extremo bajo».

Gran parte des este problema tiene origen en la brecha de infraestructura. «Se necesitan alrededor de US$100 mil millones para mejorar la infraestructura en el país», asegura Fernando D’Alessio, director y fundador de Centrum Católica. Esta carencia, además, explica por qué regiones como Lima Provincias y Huancavelica, que colindan con la capital, aparecen alejadas de esta en el ránking. «Para ir a Huancavelica, no hay ni una vía terrestre segura», agrega Luis del Carpio, director de Centrum Future.

División geográfica

Si se hace un corte geográfico en el mapa de resultados, preocupa la brecha de diez puntos a favor del sur, comparado con el norte del país, lo que a nuestro ritmo de avance podría significar, «un par de décadas» de retraso, afirma Del Carpio. Según el especialista, más allá de los conflictos sociales existentes en la costa sur, el gobierno y las empresas se han puesto de acuerdo en temas relacionados con las Obras por Impuestos (OxI) de una manera eficiente y productiva. «La educación técnica y escolar de Tacna, Moquegua y Arequipa es destacable. El sector privado, independientemente de hacer minería o no, ha tenido coincidencia con el gobierno regional», refiere.

Por otro lado, en el norte, Cajamarca es la región menos competitiva y enfrenta tres retos: un potencial minero paralizado, un exigente sector privado y las fallas del Estado al manejar conflictos sociales, explica Víctor Fuentes, analista de Estudios Económicos en el Instituto Peruano de Economía.

Agrega que el sector agropecuario cajamarquino es el tercer menos productivo del país -lo que explica sus altos niveles de pobreza de pobreza-, su nivel de ejecución de inversión pública está por debajo del promedio nacional y su infraestructura es escasa, pues además de lo que le falta, las obras existentes están muy deterioradas.

Según Emperatriz Campos, presidenta de la Cámara de Comercio de Cajamarca, son prioritarios cinco proyectos valorizados en más de S/2.000 millones: la presa del Chonta, la carretera Cajamarca-Ciudad de Dios -que actualmente tiene más de 350 fallas geológicas-, la planta de tratamiento de aguas residuales, la carretera Cajamarca-Cumbemayo y el hospital de Essalud. «Estamos buscando que se concreten OxI pues, en el 2016 solo se culminó la construcción de siete colegios que venía del años pasado. Necesitamos inversión pública, privada y APP», sostiene la funcionaria.

¿Son estos resultados la consecuencia del impacto del proyecto conga? Para Fuentes, su no ejecución ha significado, sin duda, un menor flujo de producción minera que no se traduce solamente en producción metálica, sino también en generación de empleo directo e indirecto. «Por cada trabajo en minería, se crean nueve en otros sectores», resalta.

 

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