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Para que no siga siendo igual

8. 03. 2023

Columna de Miguel Palomino, presidente del IPE, publicada en La República.

Hoy celebramos el Día Internacional de la Mujer. En razón de ello y de la difícil situación que siguen viviendo las mujeres en el mercado de trabajo, es que decidí tocar de nuevo el tema al que me referí en mi columna de hace cinco meses. Recordemos que la ya mala situación del empleo para las mujeres se tornó en dramática a raíz de la pandemia. Todos los conceptos que marcaban la diferenciación entre sexos en el mercado laboral empeoraron, en algunos casos, marcadamente.

No es que se esperarán grandes cambios en estos cinco meses, pero tratándose de los inicios de la salida de la pandemia, se podría esperar que se empezarán a revertir algunas de las diferencias que aumentaron con la pandemia.

Que quede claro que esto no se refiere a las mejoras absolutas en el empleo, que por supuesto se han venido registrando gradualmente, sino a la diferencia relativa entre hombres y mujeres: ¿ha habido mejoras o no?

La respuesta afortunadamente es que sí, en la mayor parte de los casos se ha venido dando una importante de la pérdida relativa que sufrieron las mujeres a raíz de la pandemia. Es importante resaltar que, al decir esto, estoy refiriéndome a los datos de Lima metropolitana por ser mucho más recientes (cuatro meses) que la información a nivel nacional.

La población de Lima se vio más afectada que la del resto de zonas urbanas y estas más que las zonas rurales, pero se registraron las mismas tendencias en general.

Así, se ha regresado a la brecha de participación laboral de las mujeres a los niveles prepandemia (16% aproximadamente) así como se ha reducido notablemente la brecha de desempleo relativo de las mujeres a cerca de los niveles prepandemia.

También se ha reducido la brecha de subempleo a un nivel inferior al del nivel prepandemia (de 26% a 21%); sin embargo, lamentablemente, parte de la ganancia relativa de las mujeres en este caso se debe a que el ingreso de los hombres se ha deteriorado más que el de las mujeres.

Esto puede verse al examinar los salarios reales de hombres y mujeres. La brecha que existía en el 2019 era de poco más de 40%. Pero esta se ha reducido en cinco puntos porcentuales porque el ingreso real de los hombres a enero del 2023 ha caído en 12% desde enero del 2019, mientras que el de las mujeres ha caído 7%. Esos cinco puntos porcentuales explican la diferencia.

¿Dónde nos deja eso? Ahora nos queda comenzar de nuevo lo que nunca debimos dejar de hacer; solo que va a ser un poco más difícil. A reconocer a las estudiantes mujeres como iguales que los hombres desde niñas hasta adultas y, por lo tanto, a desarrollar su potencial.

A reconocer que instrumentos como los wawawasis son grandes liberadores de energía creativa, además de ayudar en mejorar la educación preescolar. A que los hombres se den cuenta de lo crucial que es su participación en este cambio en nuestra sociedad. A tantas cosas más.

En este esfuerzo deben participar todos: el Gobierno, las organizaciones populares, la empresa privada, las Iglesias. ¿Es que hay alguien que dude de que esta lucha no puede traer sino buenos resultados? ¿Que la mitad del Perú alcance su capacidad real y que la otra mitad reconozca que sin su ayuda no se podrá alcanzar este objetivo?

Eso es algo por lo que debemos luchar. Esto importa más que cambiar la Constitución (que ya reconoce esa igualdad que en la práctica es negada). Importa porque nos hace darnos cuenta de lo mucho que tenemos que intentar llegar a acuerdos para cambiar lo realmente importante. Si no aprendemos a ponernos de acuerdo, todo esto será en vano.

Nos queda a cada uno hacer su parte en esta transformación hacia una sociedad justa en la que finalmente se acepte que todos somos verdaderamente iguales.

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