PBI de Arequipa habría sido 19% mayor con inicio de proyectos mineros retrasados
Informe IPE – Gestión
Entre el 2004 y 2019, el PBI por habitante del Perú se duplicó, posicionando al país como la economía de más rápido crecimiento en América Latina y una de las mayores a nivel global. Arequipa no fue ajena a este periodo de expansión y marcó un crecimiento de 89% entre dichos años, lo que se tradujo en mayores oportunidades para las familias arequipeñas.
¿Qué pasó en los siguientes años? El Instituto Peruano de Economía (IPE) elaboró un análisis, en exclusiva para Gestión, sobre esta región.
Desde el inicio de la pandemia en el 2020, la economía de Arequipa ha perdido dinamismo, principalmente por la lenta recuperación de la actividad minera que, a fines del 2022, aún se ubicaba 8% por debajo de sus niveles del 2019. Además, desde fines del año pasado, los sectores manufactura y construcción se mantienen en negativo en un entorno de menor inversión, contribuyendo con la caída anual de 1.1% de la economía arequipeña durante la primera mitad de este año.
En este contexto, el PBI por habitante de Arequipa al primer semestre del 2023 se ubica 6.8% por debajo de sus niveles prepandemia. En cambio, Moquegua se ubica casi 40% por encima de los niveles del 2019 debido al inicio del proyecto Quellaveco. Hacia adelante, a partir del Indicador Compuesto de Actividad Económica (ICAE) del IPE, se espera que en julio la economía en Arequipa haya continuado recuperándose al crecer 1.5%.
Enormes desafíos
Si bien los avances son notables, Arequipa aún presenta enormes desafíos relacionados al cierre de brechas sociales y productivas. Por ejemplo, aunque la región se ubica en el quinto lugar a nivel nacional en acceso a servicios básicos (electricidad, agua y desagüe) en locales educativos públicos, un 43% de locales no cuenta con estos.
Además, existen notables diferencias en el nivel de acceso al interior de la región, con las mayores brechas en los distritos de la sierra norte de Arequipa. Estos desafíos persisten en otros ámbitos tales como salud, conectividad vial, seguridad ciudadana y servicios de apoyo a la producción agropecuaria.
El cierre de brechas demanda una Arequipa competitiva y productiva. Para lograrlo, la región requiere aprovechar todas sus potencialidades, entre las que destacan el agro, el turismo y la minería.
Una mirada a sectores
En primer lugar, Arequipa tiene un enorme potencial de desarrollo agropecuario. Si bien su productividad laboral agropecuaria (S/ 35 mil por trabajador) en el 2022 fue la tercera más alta del país, solo después de Ica y Lima provincias, las exportaciones agrícolas no tradicionales de la región apenas representan el 12% del valor promedio de regiones lideres como La Libertad, Piura e Ica.
Por ello, el destrabe del proyecto Majes-Siguas II resulta una prioridad porque permitiría ampliar la frontera agrícola en 38,500 hectáreas, casi el doble de la superficie sembrada en la región durante la campaña 2022/2023.
En segundo lugar, la recuperación del sector turístico es clave para la economía arequipeña. En el 2022, el número de empleos generados por el turismo en Arequipa aún se ubicaba 9% por debajo de los 63 mil registrados previo a la pandemia y esta situación se agravó por los conflictos sociales de inicios de este año. Según el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo (Mincetur), en el primer semestre del 2023, las visitas a los principales atractivos turísticos de la región disminuyeron 32% frente al mismo periodo del año anterior y 48% respecto del 2019. Fomentar la reactivación del turismo y aprovechar sus encadenamientos con otros sectores será́ vital para mejorar el empleo y los ingresos.
En tercer lugar, Arequipa debe seguir aprovechando su potencial minero. En la última década, Arequipa ha liderado la producción de molibdeno (34% del total producido), ha sido segunda en cobre (19%) y tercera en oro (14%) a nivel nacional. Esto ha sido posible por la ampliación de la mina Cerro Verde en el 2015, lo que duplicó su capacidad de producción de cobre. En paralelo, el incremento del precio internacional de los metales y la progresividad del régimen tributario minero del país permitieron niveles históricos de transferencias de canon y regalías mineras para Arequipa en el 2021 y 2022, superando los S/1,400 millones anuales. Dicho monto triplica el promedio anual transferido en el periodo 2012- 2020.
En ese sentido, es importante recordar que Arequipa tiene en cartera cuatro proyectos mineros, con una inversión de más de US$ 5,600 millones, aunque solo Zafranal tiene fecha de inicio programada. En particular, Tía María y Zafranal acumulan más de 10 y 5 años de retraso desde su primera fecha de inicio prevista para el año 2011 y 2017, respectivamente. Si estos proyectos retrasados por razones ajenas a la voluntad de las empresas se hubieran realizado según lo previsto, el IPE estima que el PBI real de Arequipa en 2022 habría sido un 19% más alto. Asimismo, la región hubiera podido percibir S/ 13,000 millones adicionales de recursos fiscales en el periodo 2011-2022.
En este contexto, urge ejecutar eficientemente los recursos públicos generados por el crecimiento económico y traducirlos en beneficios concretos para los arequipeños. No obstante, entre el 2019 y 2022, los gobiernos locales y el regional de Arequipa solo ejecutaron el 55% de su presupuesto para inversión. Esto se debe parcialmente a las 65 obras públicas paralizadas en la región, con un saldo de S/ 450 millones por ejecutar.
Conclusiones
Arequipa requiere aprovechar eficazmente su potencial productivo y recursos disponibles para asegurar una mejora sostenida de calidad de vida de sus ciudadanos. Promover un ambiente propicio para la inversión privada y el desarrollo de proyectos productivos será esencial para un mayor crecimiento económico, empleo e ingresos, así como para reducir la pobreza, vulnerabilidad y brechas sociales. No hacerlo significará postergar el desarrollo en la región.
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