Recuperación económica y caída en el bienestar de los peruanos
Miguel Jaramillo Baanante
Grupo de Análisis para el Desarrollo – GRADE
Los datos macroeconómicos más recientes pintan un cuadro de recuperación y dinamismo económico que nos coloca en niveles superiores a los que habíamos alcanzado antes de la pandemia. En efecto, el indicador desestacionalizado de la evolución del PBI del Banco Central de Reserva (BCR) nos pone 1.9 puntos porcentuales encima del nivel máximo pre-pandemia (noviembre 2019), y 2.4 puntos porcentuales por encima del último mes pre-pandemia (febrero 2020). En contraste, los indicadores del mercado laboral nos hablan, más bien, de lo limitado de la recuperación económica y, más importante, del continuo retroceso en variables claves para medir el bienestar de las familias peruanas.
Como mostramos en el Gráfico 1, el empleo total en Lima Metropolitana, el mayor mercado laboral del país, en el trimestre que termina en octubre todavía estaba 220,000 empleos (4.5 por ciento) por debajo del nivel del mismo trimestre del 2019. Si observamos las dos categorías más grandes de ocupados, asalariados e independientes, veremos resultados divergentes: hay más empleo (+1%) entre los independientes o autoempleados mientras que el empleo asalariado ha caído un 7.4%, brutal para un país que supuestamente ya recuperó los niveles de actividad económica pre-pandemia. Así, la contratación laboral está muy lejos de haberse recuperado, más bien ha decaído a niveles que no veíamos desde inicios del 2014. Como consecuencia, el empleo total apenas alcanza niveles del año 2015, seis años de retroceso.
Una mirada al empleo formal e informal complementa este problemático cuadro del mercado laboral. Como se muestra en el Gráfico 2, el empleo formal ha caído 12.7% con relación a su nivel de hace dos años. El empleo informal, por su parte, se ha recuperado y superado su nivel en 1.2%.
La así llamada recuperación del empleo no es entonces si no el reflejo de la necesidad de la gente de salir a ganarse la vida: puesto que no hay empleos asalariados y menos empleos formales asalariados, la gente se inventa su empleo. Estos empleos tienden a ser de mala calidad y baja productividad.
Esto está muy bien reflejado en la trayectoria de las remuneraciones, como se puede observar en el Gráfico 3. Los ingresos laborales entre los ocupados cayeron 10% en el mismo periodo. Pero, mientras que los de los independientes han caído 21%, los de los asalariados formales han subido 1.8%. La productividad ha aumentado en el sector formal de la economía, esto es, se está produciendo más con menos empleo, mientras que en el sector informal ha caído considerablemente.
Así, lo que estamos observando es una recuperación que acentúa las debilidades estructurales del mercado laboral peruano. La productividad de la economía está sufriendo y, con ella, los ingresos y el bienestar de las familias. Para enmendar estos indeseables resultados se necesita, además de promover la inversión privada, políticas que promuevan el empleo asalariado formal. Esto es exactamente lo contrario a lo que estamos viendo hasta ahora. Lamentablemente, el gobierno ha enfocado su agenda en promover los intereses de pequeños grupos dentro del mercado laboral, coincidentemente aquellos más beneficiados con la recuperación económica.
Gobernar para el pueblo implicaría dejar de lado esta agenda y enfocarse en promover los intereses de la mayoría. En el ámbito de la política laboral, reformas que universalicen el acceso a la protección social y generen un marco propicio para la contratación formal y al aumento de la productividad deberían ser los puntos centrales de esta agenda por el bienestar del pueblo.