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Columnas de opinión

Tipo de cambio se muestra más volátil; ¿a qué fantasma culpará el Central esta vez?

13. 12. 2015

13 de diciembre de 2005

El Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) tuvo que intervenir ayer en dos ocasiones para evitar que el precio del dólar superase los S/.3.45, valor que no se había alcanzado desde el 16 de julio del 2004. Los resultados de las últimas encuestas electorales habrían incidido en el despunte del dólar. (Semanam@il y diarios)

La lentitud del Central le ha hecho perder un colchón de aproximadamente 15 centavos de nuevo sol, porque en lugar de adelantarse a las tendencias de los mercados, subiendo la tasa de interés de referencia, dedicó su tiempo a priorizar las consideraciones ideológicas de su directorio, atacando a los agentes del mercado y promoviendo en el Congreso la aprobación de proyectos controlistas (como aquel que intenta una desdolarización forzada, permitiendo pagar en soles las deudas contraídas en moneda extranjera). Esta pérdida podría ser difícil de recuperar dada la cercanía de las elecciones y el ruido que se ha generado. Felizmente, hay reservas suficientes para evitar mayores deterioros.

Lo peor es que la volatilidad del tipo de cambio (claramente vinculada al avance de un candidato de extrema izquierda en las preferencias electorales, que representa el riesgo de volver a políticas fracasadas en el pasado) podría denotar de algún modo cierto debilitamiento en la percepción de los agentes del mercado sobre la palabra del Central. ¿Será que son muchos directores los que hablan o que hablan demasiado o que el mercado percibe una excesiva carga ideológica en sus opiniones o que hay un significativo desgaste debido a los ataques infundados a los agentes del mercado? ¿Y qué hará el Central ahora que la Reserva Federal de los Estados Unidos acaba de elevar en 25 puntos básicos la tasa de referencia de los fondos federales de corto plazo (ahora ésta se ubica en 4.25%)?

 

 

 

Primero lo dejó caer y ahora lo dejó subir. La reacción tardía del Central al parecer responde a la falta de previsión en relación con la tendencia de las tasas en el mercado internacional y la evolución del proceso electoral peruano (y el ruido político que suele acompañarlo).

 

 

 

 

 

 

 

 

Salario mínimo: Ejecutivo promueve demagogia electorera (¡y luego se queja del Congreso!)

El ministro de Trabajo, Carlos Almerí, informó ayer que su despacho anunciaría antes de Navidad un incremento en el salario mínimo (que actualmente es de S/.460), que estaría entre el 5% y 10%. (Semanam@il y diarios)

El hecho que posiblemente de manera involuntaria el ministro haya relacionado el alza en la Remuneración Mínima Vital (RMV) con la Navidad, permite sospechar que se trata de pura demagogia electorera en la forma de un regalito navideño. Por supuesto, los sindicatos no se quedan atrás y plantean que la RMV debiera ser de S/.750, “teniendo en cuenta que ésta no varía desde hace tiempo”. ¿Si ese es el argumento para exigir un mayor aumento, por qué no pedir S/.1,000 o S/.5,000?

Desgraciadamente, no se genera crecimiento económico ni mejoras en la calidad de vida controlando precios o dictando aumentos en salarios mínimos, cuando estos no están vinculados -como debieran- a incrementos en la productividad del trabajador. Las experiencias en este sentido son innumerables. Según recientes investigaciones, la RMV distorsiona la asignación del trabajo en los segmentos de trabajadores de baja productividad. Así, el efecto es positivo sólo entre los trabajadores formales que están en el rango del aumento, pero también se les expone a un mayor riesgo de perder el empleo. Y, a los trabajadores que están por debajo de dicho rango (informales), se les hace más difícil pasar a la formalidad. Además, es de esperarse que el mercado laboral se ajuste incrementando el número de horas trabajadas.

Otras investigaciones señalan que un aumento en la RMV, al ser ésta una referencia de los salarios del empleo formal, podría reducir el nivel de trabajadores formales. En el caso planteado por el Mintra, se podría estar hablando de una pérdida de entre 4,600 y 9,200 empleos formales. Los más afectados en términos de costos son las mypes y con el aumento de la informalidad se afecta la recaudación y la cobertura de beneficios sociales. El trabajador debe pensar: con estos amigos quién necesita enemigos.

 

 

Si bien la relación entre salario y productividad en el Perú es mejor que en la mayoría de países de la región, lo cierto es que las economías que han aplicado reformas (casos tigres del Asia y economías de Europa del Este) han avanzado bastante más en este aspecto. Para variar, Chile sigue siendo la excepción a la regla latinoamericana.