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Empleo e inversión disminuyen la pobreza

23. 08. 2023

Columna de Miguel Palomino, presidente del IPE, publicada en La República.

Hace seis semanas en esta columna comenté que como resultado de la caída de las expectativas empresariales el Producto Bruto Interno de este año crecería, con mucha suerte, 1,7%. Las cosas se han deteriorado desde entonces y ahora en el Instituto Peruano de Economía estimamos que el crecimiento del PBI este año será, en el mejor de los casos, 0,8%.

Si consideramos que la población crece algo más de 1% al año, esto quiere decir que el producto por habitante habrá decrecido este año.

Queda claro que un año de caída del producto por habitante no indica necesariamente mucho sobre el futuro a mediano plazo del país. Si la producción un año cayó por un evento desafortunado (digamos un fenómeno El Niño), incluso podría indicar que el año siguiente sería uno de crecimiento, al recuperarse gran parte de lo perdido.

Pero si el producto cayó por una desconfianza generalizada respecto al futuro a mediano plazo del país, entonces sí hay de qué preocuparse, porque es probable que los próximos años, sin un cambio importante en dirección, repitamos la historia.

Desde hace mucho tiempo venimos advirtiendo sobre la probabilidad de que el Perú esté entrando a una etapa de crecimiento bajo o negativo. Así será sin duda si no se cambia la dirección del gobierno, que responde a una de parte de la población, que piensa, tras dos décadas de crecimiento elevado hasta la pandemia, que el crecimiento es “normal” y que “viene solo”. Recordemos que durante las dos décadas que comenzaron en 1970 el producto por habitante cayó continuamente. Que nunca cometamos los mismos errores.

El crecimiento elevado que tuvimos recientemente fue producto de un tremendo esfuerzo y de un trabajo específico orientado a lograr este crecimiento. El resultado fue un rotundo éxito en lo económico, especialmente para la población de más bajos ingresos. Se pasó de un país en que 59% de la población era pobre a uno en que 20 años después solo el 20% lo era. ¡Más de un tercio del país dejó de ser pobre! La causa de esa disminución en pobreza es que en esos veinte años se crearon 5,5 millones de puestos de trabajo, de los cuales 3,2 millones fueron empleos formales de alta productividad. Esto fue posible porque la inversión privada aumentó de 7.500 millones de dólares anuales en 1999 a casi 42.000 millones de dólares en el 2019.

El aumento de la inversión privada es la única causa sostenible de aumento del empleo en el Perú. Sin inversión privada no hay empleo sostenible y sin aumento en el empleo no hay disminución de la pobreza. En este año, la inversión privada está cayendo fuertemente.

Esta es la realidad inamovible, independientemente de la ideología que se profese. Este debería ser el primer y más importante punto de todo programa de gobierno democrático: ¿cómo se hará para asegurar el crecimiento del empleo con una inversión creciente a largo plazo?

Hoy en día podemos ver el efecto negativo de las movilizaciones en contra del gobierno en los primeros meses del año. Veamos las cifras de Puno, por ejemplo. Entre enero y marzo se registró una caída anual de 16% en el empleo, explicada en buena parte por un retroceso de 28% en el empleo juvenil. Uno de cuatro jóvenes puneños perdió su empleo en el primer trimestre.

Sin inversión ni empleo, la pobreza en Puno va a aumentar, y mucho, luego de que en el 2022 fuera la tercera región más pobre del Perú. Lo mismo ocurrirá, eventualmente, en el Perú si no logramos aumentar el empleo y, más importante aún, si no logramos pasar a millones de trabajadores del subempleo (que aumentó en 900.000 en los últimos tres años) al empleo adecuado (que disminuyó en 500.000 en los últimos tres años).

La clave es la inversión, de toda fuente y a todo destino. Inversión responsable, por supuesto. Démosle la bienvenida. Solo así aumentaremos el empleo y disminuiremos la pobreza.

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